El poder de creer en ti.

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Debo confesar que este post me llevo mucho tiempo armarlo: pensaba en mi mente cómo estructurarlo, eliminaba párrafos y añadía nuevos, le di muchas vueltas ya que lo quería bautizar como mi post principal.

Tal como el título lo señala es un tema que sin importar edad, sexo, religión o cultura todos los seres humanos pasamos por fases de creer poco en nosotros. Creer en uno mismo no es una cuestión de hacer clic con los dedos: hay tanto de fondo que el simple hecho de decirlo no va a sumar nada en el instante.

Si vamos a detalle, es cierto que no todos nacemos con una familia súper positiva que inyecta día a día energía, no todos contamos con los medios económicos o con un cotizado titulo, no todo el mundo nace con el atractivo avalado por las campañas de marketing, que según estas campañas con ser atractivo es como tener la vida conquistada pero por sobre todas las cosas no todos tenemos a ese alguien que nos motive, que nos empuje a salir adelante y que nos repita una y mil veces: ya tú vas a ver amiga/esposa/hijo(a) que si lo vas a lograr, es solo cuestión de tiempo, yo personalmente diría que esa es la principal chispa que enciende esa llama o esa pasión por lograr las cosas.

Yo tuve la bendición de tener una familia en la que desde pequeños nos decían: “bueno ustedes tienen que estudiar, hacer tareas para que el día de mañana se puedan defender por sí mismos. Nosotros como padres no le vamos a durar para siempre” y toda esa clase de cosas que le repiten una y otra vez a uno, siempre estaba el elemento de darnos a mí y a mis hermanos ánimo –no con la inteligencia emocional que hoy se maneja, a veces de forma un poco tosca o como dirían en mi tierra: “un poquito a los trancazos”–. Es decir, uno tenía que entender que había que creer en uno mismo y sacrificarse porque ese era el camino y punto. Evocando mi crianza yo diría que la persona que más me ayudo a mí a creer en mí misma fue mi madre, ella me tuvo muy joven y al darse cuenta que yo captaba las cosas muy rápido de niña, siempre me decía que yo era muy despierta y que siempre tenía que ser así. Me reafirmaba que se sentía orgullosa de todos sus hijos y que menos mal yo era muy detallista porque así la ayudaba. Yo a estas alturas creo que ella hizo lo que una madre debe hacer con sus hijos, subirle la autoestima sin necesidad de alabarnos en público.

Entre otros factores, creer en uno mismo es a veces lo que toca. Siguiendo con mi historia, yo soy la mayor y después de mí tengo una hermana hermosa que vino con un cromosoma extra, y luego llegaron 2 hermanos más… sí, nosotros éramos una familia un poco atípica porque ya a mediados de los 90 las familias grandes fueron mermando. Yo estudiaba con puros niños que tenían un solo hermano o eran hijos únicos, pero bueno, así me toco y creo que tuve la mayor de las suertes. A eso hay que sumarle que el sostén de mi hogar era mi papá, y bueno, alguien debía darle apoyo a mi mamá cuando él no estaba… palabras más, palabras menos, yo desde niña tuve que saberme expresar y resolver problemas para ser de apoyo a mi mamá. A mí no me quedo eso de mandar a la niña a terapia emocional para que aprendiera a expresarse: ya a la edad de 8 años tenía que encontrar soluciones a problemas que iban más allá de hacer una actividad académica. Tal como comente anteriormente mi hermanita Victoria, que vino a este mundo con 47 cromosomas, era muy intranquila de niña y se vivía perdiendo, y bueno, había que salir a “encontrarla” por todas partes. Se metía en unos lugares que nadie se imaginaba, ¿y adivinen quién tenía que salir a hablar con las personas? Esta que escribe los posts. No solo en mi primer idioma, sino también en inglés, ya que una parte de la niñez la viví en EEUU, y el hecho era que tenía que salir a preguntarle a las personas si habían visto a una niña de cabello liso marrón, pequeñita, con alguna franelita de algún personaje de Disney por ahí. La gente siempre se quedaba como sorprendida de que una niña buscara a otra niña.

Eso de  resolver, de ser de apoyo, de salir a buscar a mi hermanita perdida, de traducirle a mi mamá lo que la cajera del supermercado le quería decir en otro idioma, me llevó a ser independiente y me hizo creer en mí misma desde muy pequeña. Era como que yo sabía que podía hacer las cosas que quisiera hacer, no tenía muchos miedos porque tenía una confianza innata inculcada por mi madre para que fuese de su apoyo; pero como todo en la vida, no todo siempre es continuo, hay sus altos y sus bajos; llegaron los inicios de los 20… una edad complicadita, porque uno siempre va a tener una edad en donde uno dude de sí mismo. Digamos que básicamente al no estar en el lugar donde yo creía que debía estar me hacía sentir mal, y esa confianza que alguna vez tuve se debilitó un poco. Para colmo de males comenzó a salir una nueva realidad virtual llamada redes sociales, que yo a mis 21 o 22 años sentía que literalmente todo lo que mis contactos posteaban era real, que todo el mundo tenía una vida de Hollywood menos yo. Mirando hacia atrás, fue una etapa en la que aprendí mucho. Recuerdo que me sentía mal por cosas efímeras, me sentía mal por no haber terminado mi carrera con más tiempo, porque mis amigas tenían novio y yo no, porque no podía comprarme mi propio carro, o no tenía las cosas que otras amigas si podían tener y creo que la que más me incomodaba era por no poder viajar… como si uno tuviera el derecho de viajar porque sí; después de un tiempo entiendes que el que viaja ha trabajado y ahorrado para eso.

En fin, esa magia que tenía en la niñez y en la adolescencia se perdieron un poco. Sufrí de ansiedad –comía mucho a toda hora, en especial antes de tomar algún examen en la facultad–, me sentía muchas veces triste sin motivos. Aplicaba el dicho muy utilizado en inglés que traducido sería algo así: “el pasto del vecino siempre está más verde”. Recuerdo que fueron años de cambiarme mucho el color de cabello; como si cada tono traería a una nueva persona después de los 30 ó 45 minutos de aplicación. Pero como todo en la vida, el cuerpo a veces pide un cambio, y muchas de esas cosas que consideré importantes o vitales las comencé a ver superficiales y en medio del silencio –dicen que es el momento cuando Dios te habla–  encontré la respuesta o tuve la afirmación interna de decir: Virginia, por Dios, tú lo que tienes que hacer es creer en ti, y dejarte de pensar tantas estupideces, accionarte y salir a hacer cosas, ¡sin aprobación ajena!

Después de cambiarme de universidad y comenzar a ser más organizada, más cerebral –e inclusive más espiritual– empecé a  dejar muchos miedos impuestos por mí misma atrás; comencé a progresar en una línea continua, pero quiero dejar claro que no fue debido a que los planetas se alinearon, o que era mi momento o simplemente que comencé a tener suerte. ¡¡¡NO!!! Esas creencias urbanas no funcionan, y si tú estás atadas a ellas, es hora de hacer una reestructura mental. Comencé a progresar porque creí que sí se podía, que yo era la controladora de mis emociones y que las opiniones negativas a mí no tenían por qué afectarme… debo ser franca, en algunos momentos de esta transformación volví a sentir que no era capaz, pero desarrollé ese concepto –muy de inteligencia emocional– llamado resiliencia; comencé a ser menos estricta conmigo misma y más positiva, a cambiar hábitos y a reírme más.

Luego de este preámbulo, ya está bueno de hablar de mí, este tema va dirigido a TI que quieres cambiar, que quieres creer más en ti, que quieres darle un giro a tu vida y debo admitir que también este post está dirigido a mí, para reforzar la lección aprendida en algún momento atrás.

Te invito a que este post lo leas cada vez que lo consideres conveniente. Cada etapa de la vida trae retos diferentes y este post quiero que lo leas cada vez que necesites hacerlo.

Antes de ir a detalle –como lo hago en todos mis posts– quiero dejarte en claro algo muy importante:

Cuando se decide creer en uno mismo hay que derrotar 3 grandes monstruos, no todos al mismo tiempo, pero sí hay que pisarlos y darle un pequeño golpe día a día. Ellos son:

1)El Miedo.

2)El desánimo y la amargura.

3)Darle poder a otros de tus emociones.

1) El Miedo

El miedo es libre, y es normal tener miedo. Lo que no es normal es que te paralice, te aniquile y evite movilizarte. ¿Cómo puedes vencer el miedo?

Haciendo cosas. Sí, así mismo, si tienes un miedo terrible por un examen final, en vez de quedarte paralizado, comienza a estudiar, desarrolla dudas y aclara. Vence el miedo con la acción; derrócalo con pequeñas acciones.

Si tu gran miedo es hablar en público, haz un curso de oratoria e intenta aprender herramientas, pero por sobre todas las cosas proponte hablar, así sea en una junta de vecinos –que un vecino te mire un poco demás mientras hablas no creo que te vaya a intimidar mucho–. Sal al ruedo haciendo cosas.

No te limites en pensamientos como:

*A mí la edad me agarro.

*Eso no se me da.

*Yo no sirvo para manualidades, cocina, idiomas, bailar, entre otros tantos.

Todos tenemos capacidades pero todos tenemos un problema en común, queremos todo para ayer, de forma inmediata, con poco sacrificio. No entendemos que debemos trazar un plan, buscar aliados, leer, escribir, hablar con muchas personas para conquistar algo en particular, nos desanimamos muy rápido, nos comparamos mucho y la pereza le damos mucha cabida en nuestra vida, sobre todo con ese dispositivo móvil que tienes en estos momentos en tus manos y por el cual me estás leyendo. Lo debes colocar a un lado y salir a hacer cosas.

Tú no sabes si ese arte que estas aprendiendo en este momento le veas fruto en un mediano o largo plazo, la vida da tantas vueltas y como decía el gran Pablo Picasso “la inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando”.

Salir a tomar un curso de cocina, baile, pintura, manualidades, idiomas entre otros te dará a la larga más confianza. Nadie domina las tareas de la noche a la mañana; son varias horas hombres que se necesitan para ser realmente bueno en algo. La práctica hace al maestro, y bueno más que un desafío, aprender algo nuevo es darte valor como ser humano.

1.1 Aprende a cada rato, pregunta, y sé curioso.

Cuando quieres aprender un arte, un idioma, no basta con ir a una academia: debes traspasar las fronteras de un salón de clases y tener un deseo constante de superarte en algún conocimiento o arte. Yo, por ejemplo, soy muy observadora y curiosa para lo que me interesa. Cuando algo capta mi atención voy y tomo una nota y lo googleo de inmediato, no me gusta almacenar la duda en mí.

Cuando alguien dice una palabra que me gusta la incorporo a mi vocabulario. Esa es una razón por la cual me gusta escuchar a personas más letradas que yo, ya que absorbo conocimiento a través del oído.

Date la oportunidad de hablar con personas distintas a ti, alejadas de tu gremio. Gente sencilla y sofisticada, cada quien tiene algo que aportar y una persona curiosa siempre va a subrayar mentalmente las ideas principales en una conversación. Un libro el cual recomiendo y que me impactó mucho es ¡CREAR O MORIR! del reconocido autor Andres  Oppenhaimer –aquí su PDF: http://vamoseleste.com/img/biblioteca/Crear_o_Morir.Oppenheimer.pdf–. Él deja claro que la creatividad es un fenómeno de colaboración y que no se despierta de la nada, la creatividad es la suma de muchas cosas.

Algo que me causó mucha gracia es que leyendo este libro –como grandes pintores antes de finalizar un cuadro discutían lo hecho con colegas o gente artística– uno pensaría que esa gente estaba ensimismada, pues no, ellos tenían sus amigos a los cuales les pedían opinión. Dicho esto, es bueno estar rodeados de personas en tu misma onda para sentirte conectado con tu propósito.

1.2 Saca tus propias conclusiones:

Si tú sabes leer y escribir, si puedes trasladarte de un sitio a otro, si puedes comunicarte, por qué no averiguas lo que te incumbe en vez de dejarles esa responsabilidad a otros.  A mí no me gusta seguir parámetros ajenos, me gusta ir a buscar información. En otras palabras, ir al epicentro a sacar conclusiones propias, a  lo mejor te dicen lo mismo que el vecino, pero lo corroboraste por ti mismo. Cuando se trata de un trámite, o de alguna información que necesito saber no me guío en un 100% de la opinión ajena, voy y hago mi tarea, encuentro una información por aquí y la sumo con otra… en pocas palabras armo mi rompecabezas, porque uno no sabe si uno ve algo que otro no vio, y al fin y al cabo, uno debe resolver siempre sus propios problemas y darle el sentido que mejor considere

2) El desánimo y la amargura

Yo he llegado a la conclusión que honestamente la melancolía hay que déjarsela a los autores de canciones romanticas o deprimentes, esto esta hecho para que personas insatisfechas descarguen su canción y esta se convierta en un hit y el productor, artista y grupo disquero se lucren de haber mezclado oraciones llenas de sentimientos encontrados, amores frustrados y penas de la vida.

Si usted está del lado de los que se lucran de estas canciones, ¡adelante! Sino, debo informarte que mantenerte en una zona de tristeza no te va a ayudar mucho; estás susceptible, y la gente lo nota. Los hombros están caídos, la mirada no tiene chispa y no hay algo que invite a soñar.

Aplicando la ley de atracción a tu desamino lo que puedes atraer son personas negativas y problemas por la falta de concentración. Estás tan enfocado en tu tristeza que has perdido interés en los pequeños detalles como: los lineamientos de un trabajo que tienes que entregar, comerte la luz del semáforo, saludar con cariño a alguien que te aprecie… en fin, has perdido interés por las cosas bonitas, mágicas del día a día, y has dejado que esas gotas de amargura se queden en ti. Es cierto, amargarse es parte del vivir pero jamás debe ser tu esencia, ya que no te llevará a nada. Nadie quiere estar con alguien amargado, por si nunca lo habías pensado.

En la psicologia positiva, recuerdo las palabras exactas de un psicólogo muy famoso venezolano que daba la cátedra en la Universidad Metropolitana, Caracas.  Él decía que cuando uno dejaba de sorprenderse por cosas simples: un atardecer, un efecto en el clima, el sonido de la naturaleza; uno dejaba de vivir, porque le daba paso a la rutina, a estar sumergido en ti mismo que todo aquello que Dios nos había regalado pasaba desapercibo, así como la esencia de vivir el presente.

¿Cómo combatir el desamino? Depende un poco de tu personalidad.

Aquí algunas cosas que están comprobadas científicamente que ayudan:

2.1 La música

Según especialistas del centro localizado en San Sebastián de los Reyes (España) hay que considerar el ritmo de las canciones. Las de tempos lentos traen sensaciones de calma y serenidad, mientras que las canciones de tempos rápidos traen sensaciones alegres y excitantes. La música es por tanto un estímulo fundamental en la vida de los seres humanos, nos entretiene, nos divierte, nos distrae, nos ayuda a afrontar los problemas, estimula los sentidos, nos motiva, nos inspira, nos relaja… en definitiva, tiene el poder de elevar el estados de ánimo por encima de las preocupaciones.

“La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón”. Así que escuchar esas canciones que te hacen sonreír no está mal en esos días un poco más pensativos que otros.

2.2 Practicando actividades físicas

Así sea ir a hacer una caminata de 30 minutos te va a ayudar a desconectar y a ver las cosas de forma más positiva, mejorar tu salud que al final del día se traduce en mejor calidad de vida.

El deporte te ayuda a estar mejor, te hace sentirte bien contigo mismo. Y es que durante su práctica el organismo segrega endorfinas, que son las hormonas de la felicidad.

Y las famosas endorfinas se encargan de conectar las neuronas del sistema nervioso y se convierten en la unión entre el cuerpo y la mente. Son transmisoras de placer y de felicidad, de alegría, y también contribuyen a paliar el dolor.

Así que si quieres quitarte el desánimo, la tristeza y sobre todo el famoso estrés, desarrolla lo más pronto posible una actividad física. Sentirás el cambio que tiene en tu mente, cuerpo y autoestima.

2.3 Aumentando la Fe

Si sientes que necesitas una conexión espiritual, búscala y apégate a tener Fe. La Fe es algo invisible, pero que uno lo siente muy cercano, para mí no tener Fe es como no estar vivo.

A finales de mis 20 tomé la decisión propia de creer más en el legado del hijo de Dios, Jesús, en lo que él hizo durante su corta vida en la tierra. Lo que más admiro de su historia es que siempre estuvo moviéndose y animando a todo aquel que se encontraba en su camino, llevando un mensaje claro y contundente sin dejar que nada ni nadie lo desanimara. Su historia me inspiró como a millones de personas en el mundo, y hay que destacar, que es una o la más predominante historia que ha prevalecido a lo largo de los años. Yo me aferre a creer más en Dios y en su hijo. Cada mañana al levantarme y acostarme le pido por un buen día o le agradezco haber tenido un día sin tantas dificultades.

Es como esa sensación de sentir que todo va a estar bien, siempre y cuando nuestras acciones sean de bien también. La conexión espiritual te desconecta del mundo de los hombres y te lleva a un espacio de sentimientos, el cual ayuda al alma a sanar, a buscar calma.

3) Darle poder a otros de tus emociones a otros

A mi al pasar los años me da mucha risa las personas que se molestan con otras; es  como que ignorarán que molestarse con otro en el fondo es darle importancia, y tambien es sinonimo de poca autoestima… para que dejar que otra persona te saque de tu naturaleza? Es simple llevársela bien con otros, solo preste atención.

Te lo voy a decir de forma clara y llana: cuando tú decides creer en ti y te valoras, las opiniones ajenas son secundarias, o mejor dicho no hacen ruido en tu vida. Ya tú decidiste validarle, no existen likes en ninguna plataforma social que te suban la autoestima. Ya tú sabes que tienes madera para lograr las cosas, y que las demás personas forman parte de tu entorno. Unos serán apreciados y otros ignorados… pero por sobre todas las cosas tus emociones no pueden ser controladas ni manipuladas.

Yendo a detalle.

Ten en cuenta algo muy importante: nadie va hacer las tareas por ti.

Existe una mala costumbre de:

Al no creer en ti, depositas todas tus frustraciones en otra persona: al mejor estilo de programas sociales tipos Caso Cerrado.

¿Por qué no es positivo delegar nuestras acciones en otros?

Sencillo: cada quien también tiene sus problemas, tiene sus retos, tiene su propio mundo. Te propongo algo: sé tú el que inspires a otros, pero no salgas a que tu entorno te de inspiración, muchas veces no la vas a encontrar, y debes pensar fuera de la caja y salir adelante, porque a pesar de no estar rodeados de las mejores personas, tu decidiste creer en ti.

La felicidad es una decisión y el creer en uno mismo también lo es. Al validarnos hacemos una conexión con todo. Dejando el miedo, la rabia y las tristezas a un lado mejoramos día a día. Todo cambia de forma positiva y nos volvemos atentos de nosotros mismo. Tenemos que cuidar nuestra psique estando activos, motivados y ocupados, ya que de lo contrario te quedas pensando y pesando, creando un mundo imaginario.

Ten en cuenta algo: al estar ocupados y moviéndonos conoceremos y conectaremos con muchas personas, así que, no centres tu interés en solamente un grupo. Sal y explora nuevas amistades, haz nuevos contactos y aprende a través de ellos. La vida pasa y las personas que conocemos también, lamentablemente es así.

Tener un grupo perfecto de amistades, es una fantasía, simplemente encontrarás una conexión con ciertas persononas con quien compartir diversas etapas de la vida, unos permanecerán y otros tomaran otros caminos, así que depositar emociones en otros es como tener tus activos con nombres ajenos. No lo hagas, deja la personalidad grupal y empieza a empoderarte de forma interna, para que al final no solo seas feliz sino también seas LIBRE MENTALMENTE.

Finalmente,

Trata de hacerte la idea que debes ser tu mejor amigo, que todo pasa, que de las experiencias se aprende, que lo que hagas hoy tiene gran repercusión en el mañana y que lo que uno se lleva de este mundo son las experiencias vividas –que se dan en la mayoría de los casos por haber tenido la valentía de creer en uno mismo–.

Nunca es tarde para empezar. Hoy puedes cambiar, transformar, crear o desbaratar lo creado. Lo único que no puedes hacer es quedarte inmóvil y ver como otros viven sus vidas. Acciona y toma el control de tu destino.

Mil gracias por leerme; y por pasar por mi blog.

Con mucho cariño,

Una servidora

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